LA CRECIENTE AGRESIVIDAD

11
Ene
Las Palabras del Obispo Francesc Conesa

LA CRECIENTE AGRESIVIDAD

Hoja dominical 10-ENERO-2021

Una sociedad individualista como la nuestra tiende a ser muy agresiva, porque mira al prójimo como a un extraño e incluso como un competidor. En lugar de abrirse al gozo de tener al otro como a un hermano, lo mira con miedo y recelo, lo que provoca conductas agresivas. Así lo ha denunciado el Papa Francisco en la Encíclica “Fratelli tutti”: “El individualismo consumista provoca mucho atropello. Los demás se convierten en meros obstáculos para la propia tranquilidad placentera. Entonces se los termina tratando como molestias y la agresividad crece” (n. 222).

El Papa Francisco detecta esta agresividad en diversos ambientes. Está presente, sin duda, en los medios de comunicación y las redes sociales, en las cuales parece haberse perdido el respeto al otro. En las redes se favorece “la ebullición de formas insólitas de agresividad, de insultos, maltratos, descalificaciones, latigazos verbales hasta destrozar la figura del otro, en un desenfreno que no podría existir en el contacto cuerpo a cuerpo sin que termináramos destruyéndonos entre todos” (n.44). Todo el mundo digital provoca la pérdida de contacto humano y favorece el desprecio de los otros, sobre todo de los más débiles. Lo peor -dice el Papa- es que también los cristianos entran en este juego de violencia verbal a través de internet o de los foros de intercambio digital, olvidando la misma esencia de su fe.

Pero hay algo más, porque toda esa violencia y descontento puede ser aprovechada para manipular al ser humano. Las plataformas digitales favorecen los grupos cerrados que difunden noticias falsas y fomentan prejuicios. A través de ellas se puede manipular de manera sutil pero invasiva la conciencia de las personas y los mismos procesos democráticos (cf. n. 45).

La segunda forma de agresividad que el Papa detecta es la política, tal como se practica en muchos países. Para dominar las conciencias se siembra la desesperanza y se suscita la desconfianza. Entonces “se utiliza el mecanismo político de exasperar, exacerbar y polarizar. Por diversos caminos se niega a otros el derecho a existir y a opinar, y para ello se acude a la estrategia de ridiculizarlos, sospechar de ellos, cercarlos. No se recoge su parte de verdad, sus valores, y de este modo la sociedad se empobrece y se reduce a la prepotencia del más fuerte” (n. 15). Lamentablemente tenemos experiencia de esta forma de convertir la política en un juego mezquino de descalificaciones cuyo objetivo es destruir al otro.

Una tercera forma de agresividad la ve el Papa en lo que llama “nacionalismos cerrados”, es decir, aquellos que pierden el sentido social y promueven nuevas formas de egoísmo, que se presentan como si fueran el bien de la nación (cf. n. 11). Estos nacionalismos provocan el cierre en sí mismos y son incapaces de acoger a los demás. “El inmigrante es visto como un usurpador que no ofrece nada” (n. 141). Se piensa ingenuamente que un pueblo puede desarrollarse al margen de la ruina de los demás y que cerrándose al resto estarán más protegidos. Por temor al otro, se crean murallas defensivas (cf. n. 146).

Para hacer frente a tanta agresividad, debemos ir más allá de las reacciones primarias y favorecer una reflexión serena, que nos conduzca a darnos cuenta de que el otro no es un enemigo, de que nos necesitamos y que debemos cuidarnos unos a otros.

† Francesc Conesa Ferrer

Obispo de Menorca

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