En verano de 1969 un grupo de matrimonios jóvenes alrededor de la calle Orient de Ciutadella se reunía empujado por las preocupaciones sociales y por celebrar la eucaristía. Los encuentros se encontraban en casas particulares y cocherías de una de las zonas en rápida expansión de la ciudad, perteneciente al distrito parroquial de la Catedral. La pequeña comunidad de barriada iba en aumento y pronto se planteó constituirse en ayuda de parroquia de la Catedral. Sin embargo, este proyecto derivó hacia la erección de una parroquia independiente.
Desde el siglo XIX, Ciutadella sólo tenía dos parroquias, la Catedral y San Francisco. En 1966 se habían constituido las parroquias de Sant Esteve y de Sant Rafel para atender las crecientes necesidades pastorales del ensanche ciudadano. La pequeña comunidad de barriada nacida en zona que iba del Hospital Municipal hasta el extremo del Camí de Maó vendría a completar el mapa parroquial de la capital diocesana. Y el 28 de noviembre de 1971, primer domingo de adviento, nacía la nueva parroquia bajo la advocación de San Antonio María Claret, obispo, que siendo confesor de la reina Isabel II había acompañado a la soberana y al resto de la familia real en la visita que realizó a Menorca en septiembre de 1860. El primer párroco fue Sebastià Seguí Coll.
La demarcación de la nueva parroquia abarcaba toda la zona del levante del casco urbano de Ciutadella, a ambos lados del Camí de Maó, además de los lugares y urbanizaciones con acceso a partir del camino Viejo, carretera general, camino des Caragol, camino d’Algaiarens, camino de ses Retxilleres, camino de Son Angladó y camino de ses Capelletes. Se trataba de una amplia demarcación territorial que no escondía, sin embargo, la precariedad de medios materiales de la nueva parroquia. En efecto, a falta de locales propios el decreto de erección preveía que mientras tanto se podían utilizar los templos de la Catedral y San Francisco para la celebración de matrimonios y funerales. Para las celebraciones ordinarias, la parroquia encontró cobijo en las nuevas instalaciones del Colegio de la Consolación, que desde el principio siempre tuvo una especial vinculación con Sant Antoni Maria Claret.
Por tanto, era obvia la necesidad de contar con un edificio parroquial suficiente que permitiera superar esta fase inicial de provisionalidad. Un gran paso adelante fue la donación de unos terrenos por su propietario, Francesc Vivó Squella. Con la ayuda de los feligreses, que aportaron el trabajo y el dinero, el complejo parroquial empezaría a tomar forma. Como evocaba Bosco Faner, que había conocido el nacimiento de la parroquia como diácono y celebró la primera misa, “la parroquia que construían no necesitaba peones, arquitectos, carpinteros, electricistas, fontaneros… ¿Sabéis qué es lo que necesitaba? Necesitaba personas enamoradas de Jesús que quisieran hacer correr, de boca en boca, lo que inflamaba su corazón: Jesús nos ama a todos y nos ama así como somos.”
La bendición de la nueva iglesia por el obispo Mn Miquel Moncadas tuvo lugar el 24 de diciembre de 1975 durante la Misa del Gallo. El complejo parroquial contaba entonces con la iglesia, de planta rectangular, el despacho parroquial y algunas dependencias para reuniones. Se había previsto continuar las obras y construir nuevos espacios y dependencias, como la rectoría, el club de jóvenes (que mientras tanto utilizaban locales provisionales), aulas de catequesis, la capilla del Santísimo e, incluso, un pequeño bar y una guardería. El bar no llegaría a hacerse; en cambio, la guardería era una vieja necesidad para la gente de una barriada trabajadora en la que muchas mujeres se incorporaban al mundo laboral. Durante muchos años la que sería la escuela infantil Joguina utilizó los locales parroquiales.
Con el tiempo se fueron realizando sucesivas ampliaciones. La nave de la iglesia se agrandó en 1994 con la capilla del Santísimo y el campanario, que destaca en medio de la plaza Joan de Borbó. La estructura de todo el complejo, también de la iglesia, es funcional y sencilla, sin grandes pretensiones arquitectónicas, pero a la vez acogedora y luminosa, puesto que la luz natural que entra por los ventanales adquiere un gran protagonismo. El presbiterio está presidido por un Sant Crist que había sido de la capilla instalada en el instituto Josep Maria Quadrado. El retrato de San Antonio María Claret, bendecido por el obispo Moncadas el 24 de octubre de 1972, fue dado a la parroquia por los Padres Claretianos de Cataluña.
Desde su fundación, han presidido la parroquia los rectores Sebastià Seguí (en dos períodos diferentes), Pere Comella, Modesto Camps, Florenci Sastre, Rafael Portella y Bosco Martí, el actual rector. La pequeña comunidad de barriada nacida a finales de los años sesenta se convirtió en parroquia sin dejar de ser comunidad, y así sigue camino en medio de una barriada que no para de crecer.
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