Vuestro hijo acaba de nacer. Sois colaboradores de Dios en el nacimiento de una nueva vida: una nueva persona en medio del mundo. ¿Qué será? ¿Qué le ayudareis a ser? En la celebración del matrimonio cristiano, padres, voy a responder a una pregunta fundamental:
¿Estáis dispuestos a acoger con amor los hijos que recibiréis de Dios y educarlos según la ley de Cristo y el Evangelio?
Vuestra respuesta fue afirmativa. Ahora, con la acogida llena de amor que dais a vuestro recién nacido, iniciáis con él/ella el camino de la iniciación cristiana y el crecimiento y maduración posterior en la fe.
Está en vuestras manos enseñarle a orar, darle a conocer a Dios Padre y Jesucristo, hacerlo participar junto a vosotros en la comunidad cristiana y en los sacramentos, enseñarle a vivir como cristiano con vuestro ejemplo de padres y padrinos, adultos en la fe.
Por ello, desde vuestra madurez y estando ya iniciados en la vida cristiana, podéis solicitar que sea bautizado en la fe de la Iglesia y entre a formar parte de la familia de los hijos de Dios.
El Bautismo se puede recibir a cualquier edad, sea en el periodo catequético de niños y adolescentes o en la edad adulta. Hasta la edad adulta intervienen los padres acompañando la decisión de quien quiere ser bautizado y a partir de la mayoría de edad es el mismo interesado el que hace la petición a la Iglesia.
Aceptada la petición por el Sr. Obispo y comunicada la correspondiente autorización se hace la entrada al Catecumenado y comienza el tiempo de preparación que pasa por las diferentes etapas de la Iniciación cristiana hasta el momento de la celebración del Bautismo, desde el inicio del Adviento hasta la Vigilia pascual.
En el caso de los adultos, con el Bautismo, se reciben los sacramentos de la Confirmación y la Eucaristía, sacramentos de la Iniciación Cristiana.
Por el bautismo somos hechos hijos de Dios y entramos a formar parte de la Iglesia. Esto bien merece una seria y consciente preparación. No es un trámite burocrático, sino una acción de Dios que se prepara, se celebra, y se vive en el corazón de cada persona y de la comunidad cristiana.
Por lo tanto, con tiempo, conviene presentarse a la parroquia y tener un primer coloquio. En la acogida se le indicarán los pasos a realizar, tanto si se trata de un bautismo de niños como si es un bautismo de adultos. Seréis acompañados y ayudados en todo momento. Piense que se trata de descubrir, celebrar y vivir el SER CRISTIANO.