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Cada 2 de noviembre, la Iglesia Católica conmemora a todos los fieles difuntos, a todos aquellos hermanos nuestros que han partido hacia el encuentro de Dios y aún se encuentran purificándose en el purgatorio.
Día designado en la Iglesia Católica hispana para la conmemoración de los difuntos fieles. La celebración se basa en la doctrina de que las almas de los fieles que al tiempo de morir no han sido limpiadas de pecados veniales, o que no han hecho expiación por transgresiones del pasado, no pueden alcanzar la Visión Beatífica, y que se les puede ayudar a alcanzarla por rezos y por el sacrificio de la misa.
Ciertas creencias populares relacionadas con el Día de los Difuntos son de origen pagano y de antigüedad inmemorial. Así sucede que los campesinos de muchos países católicos creen que en la noche de los Difuntos los muertos vuelven a las casas donde antes habían vivido y participan de la comida de los vivientes
En España, como en otras partes del mundo, veneran a sus difuntos; se continúa con la tradición de estas fechas de asistir al cementerio para rezar por las almas de quienes ya abandonaron este mundo, está acompañada de un profundo sentimiento de devoción, donde se tiene la convicción de que el ser querido que se marchó pasará a una mejor vida, sin ningún tipo de dolencia, como sucede con los seres terrenales.
En las islas Canarias se conoce como el Día de Finaos o Finados, durante el cual, en la noche del 1 al 2 de noviembre, se solían reunir amigos y familiares para velar esa noche. Contaban historias, cuentos, debatían y hablaban mientras comían los frutos típicos de la época: castañas, nueces, manzanas y dulces; acompañando tales viandas con anís o ron miel.
Sentido de la conmemoración
“La santa Madre Iglesia, después de su solicitud para celebrar con las debidas alabanzas la dicha de todos sus hijos bienaventurados en el cielo, se interesa ante el Señor en favor de las almas de cuantos nos precedieron con el signo de la fe y duermen en la esperanza de la resurrección, y por todos los difuntos desde el principio del mundo, cuya fe sólo Dios conoce, para que, purificados de toda mancha de pecado y asociados a los ciudadanos celestes, puedan gozar de la visión de la felicidad eterna” (elog. del Martirologio Romano).
Cementerios y campos santos
Hoy miles de personas en todo el mundo visitan los cementerios para honrar la memoria de sus seres queridos y de todos aquellos que partieron al encuentro con Dios.
En este día la Iglesia toda dedica la liturgia a animar a los fieles a rezar por el eterno descanso de quienes han fallecido, con la esperanza de que todos, en ‘el día que no conoce el final’, nos podamos reunir en el amor infinito de Dios.
Caridad, memoria y recogimiento
Constituye una obra de caridad indispensable que quienes aún peregrinamos en este mundo oremos y hagamos sacrificios u ofrecimientos por las almas del purgatorio, conscientes de que muchos entre quienes nos han precedido necesitan aún purificar sus faltas para poder gozar de Dios de manera definitiva.
Dice el Papa Francisco: “El recuerdo de los difuntos, el cuidado de los sepulcros y los sufragios son testimonios de confiada esperanza, arraigada en la certeza de que la muerte no es la última palabra sobre la suerte humana, puesto que el hombre está destinado a una vida sin límites, cuya raíz y realización están en Dios”.
Es importante que guardemos el debido respeto en los cementerios y camposantos. Ciertamente, hay una diversidad de costumbres presentes y arraigadas, que pueden o no ser parte de lo que se denomina la piedad popular. Sea como fuere, esta conmemoración no puede ser pretexto para abandonar el recogimiento, la oración de intercesión o la conciencia de que somos pecadores, y necesitamos todos, vivos y muertos, de la misericordia de Dios.
¿Qué más recomienda la Iglesia para hoy?
Muy valiosas son las oraciones de intercesión ofrecidas a la Virgen María, de manera especial el Santo Rosario; también es bueno pedir la intercesión de los santos a través de novenas u oraciones votivas; y, finalmente, no debemos olvidar las obras de caridad o pequeños sacrificios de la vida cotidiana como, por ejemplo, la limosna, esto es, compartir nuestros bienes con los más necesitados.
Una mención aparte merece la asistencia a la Santa Misa. Si bien en la mayoría de lugares no es día de precepto o día de guardar, la celebración eucarística es “la oración por excelencia”. Ofrezcamos la Santa Misa por nuestros difuntos.
También es muy recomendable averiguar y poner en práctica las distintas alternativas que da la Iglesia universal o las Iglesias locales para obtener la indulgencia plenaria por los difuntos.
Indulgencia plenaria por la Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos
La Penitenciaría Apostólica del Vaticano otorga, todos los años, las facilidades para obtener la indulgencia plenaria en el Día de los Fieles Difuntos, que hoy, jueves 2 de noviembre, celebramos. Es una hermosa oportunidad para que, con la cooperación de los miembros de la Iglesia peregrinante en la tierra, muchas almas necesitadas puedan ser rescatadas del purgatorio.